Architecture slow para vidas que quieren respirar
En un mundo que corre sin mirar, tú sospechas que hay otra manera de habitar: más consciente, más bella, más tuya. Slow Studio defiende una arquitectura slow que combina bienestar, salud y naturaleza para diseñar hogares que bajan revoluciones y aumentan calidad de vida.

Víctor Vergés y Jade Serra fundaron Slow Studio y, junto a ellos, crece un equipo mixto de arquitectos senior y project managers que aterrizan las ideas en obra con rigor y cuidado. También colaboran con expertos en gestión y comunicación y una red de especialistas —eficiencia energética, acústica, agua, biohabitabilidad— que se activa según lo requiere cada proyecto.
Trabajan en Barcelona, Madrid y Palma de Mallorca, y comparten algo más que un método: una manera de estar en el mundo. Son padres y madres, vecinos y lectoras; gente que escucha antes de dibujar, que prefiere materiales honestos y que mide el confort en horas bien vividas.

Su propio nombre Slow es una declaración de principios, una manera de mirar el mundo, de habitarlo y de relacionarse con los demás y con el entorno, con la voluntad firme de mejorar la vida de las personas a través de la arquitectura, el proyecto parte de una vocación compartida y de un fuerte compromiso con la sustainability, la salud y el bienestar. Su enfoque no es únicamente estético ni técnico, sino profundamente humano.
“El término slow al que hace referencia nuestro nombre es una declaración de intenciones, pero también una lucha diaria por estar presentes y conectar”.
Conectar con los ritmos naturales, con la crianza de los hijos, con el entorno que habitamos, con lo que realmente importa. Frente a la velocidad, el ruido y la hiperproductividad que dominan nuestro día a día, Slow Studio propone parar, observar y diseñar desde la escucha.
Arquitectura como forma de vida
Lo que más les satisface como arquitectos no es solo el resultado final, sino saber que sus proyectos transforman la forma de vivir de quienes los habitan. “Nos enorgullece contribuir a una arquitectura con impacto positivo, no sólo en términos medioambientales, sino también emocionales y sociales.” Su manera de trabajar va mucho más allá del diseño de espacios. Es una invitación a repensar cómo construimos y cómo vivimos.
«Una arquitectura realmente transformadora debe sumar soluciones colectivas.»
Por eso crearon Slow Research, una línea de investigación interna que les permite seguir aprendiendo y, a la vez, compartir conocimiento con una comunidad cada vez más consciente. Su objetivo es claro: avanzar juntos hacia una forma de construir más respetuosa y regenerativa.

Un proceso que empieza por escuchar
Cada proyecto de Slow Studio comienza con un proceso de escucha activa. A la persona que lo encargará, al terreno, al clima, al entorno. “Cada cliente y cada contexto nos plantean preguntas distintas. Nuestro trabajo consiste en buscar respuestas que sean a la vez técnicas y poéticas.” Esa búsqueda da lugar a una arquitectura serena, consciente y profundamente conectada con lo que la rodea.
Sus fuentes de inspiración son tan variadas como coherentes: la arquitectura vernácula, la ciencia de la eficiencia energética, la sabiduría de la naturaleza o las tradiciones populares. Su proceso creativo también tiene banda sonora: folk rock calmado. Una música de raíz, con un ritmo ralentizado, que evoca tradición y presente al mismo tiempo, al ritmo de su propia arquitectura.


La casa de Víctor y Jade: Vivir lo que se proyecta
La casa de Víctor y Jade es un fiel reflejo de su filosofía: naturaleza, sencillez, comunidad. Viven rodeados de verde, con un huerto, gallinas, pájaros correteando al amanecer y vecinos con los que compartir tiempo y cuidados.
“No podríamos vivir de otra forma que no fuese estrechamente conectados con la naturaleza, con el clima y con las personas.”
También la cocina habla de su forma de estar en el mundo: productos ecológicos de proximidad, una despensa repleta de frutas y verduras, y la convicción de que el bienestar empieza por lo que cultivamos —literal y metafóricamente— cada día.
Cuando imaginan un plan perfecto en casa, siempre incluye tiempo en familia y contacto con la naturaleza. Y si se les pregunta qué objeto se llevarían a casa ahora mismo, la respuesta es clara: tiempo. Tiempo de calidad. Tiempo para estar, para compartir, para descansar. Para ellos, lo esencial ya no pasa por adquirir cosas, sino por recuperar el ritmo que hemos perdido.
Decorar con conciencia
En el universo de Slow Studio, la decoración no es un adorno, sino una prolongación del habitar. Cada objeto, cada textura y cada material hablan del cuidado y del vínculo con lo natural. Los tonos tierra son sus colores fetiche, y entre sus referentes se encuentran el libro Regeneration de Paul Hawken, la película Tomorrow de Cyril Dion y Mélanie Laurent y la música de John Mayer. Sus elecciones transmiten un equilibrio entre conocimiento, compromiso y sensibilidad.
Sus rincones favoritos no son espacios de exhibición, sino lugares que invitan al recogimiento. Un mueble querido, un olor que reconforta, una lámpara que acompaña. Decorar, para ellos, es construir atmósferas donde se pueda vivir con sentido.


Bibliotecas y otros refugios
A la pregunta sobre su lugar favorito, responden sin dudar: las bibliotecas. “Allí se une la magia de la transmisión del conocimiento con la de compartir un bien común. Leemos, aprendemos, lo cuidamos y lo devolvemos para que alguien más pueda crecer con él.” También reflexionan sobre los viajes, cada vez más críticos con el turismo de consumo: “Si los 8.000 millones de personas que somos tuviésemos que recorrer todos los rincones del planeta por placer, acabaríamos destruyendo esos rincones.”

Transformar el sistema desde dentro
Su mirada va más allá de lo individual. Saben que los cambios reales requieren acción colectiva, y por eso se implican en diversas acciones también fuera del estudio. Hace años entendieron que no bastaba con diseñar viviendas responsables desde su despacho, también había que transformar el marco que regula la arquitectura. Por eso forman parte activa de la Agrupación de Arquitectura y Sostenibilidad (AUS) del Colegio de Arquitectos de Catalunya. Desde allí impulsan cambios normativos, promueven el debate público y trabajan por la descarbonización del sector.
Lo hacen con una visión profundamente ética, sabiendo que el impacto real solo se alcanza cuando las buenas prácticas dejan de ser la excepción y se convierten en norma.