Martí Ardanaz: bioconstrucción, barro y buena música
De Nicaragua al Empordà, viajamos entre culturas, materiales naturales y maneras más humanas de vivir.

Arquitecto, músico, cocinero de arroces caldosos y constructor de casas que respiran. Martí Ardanaz lleva años cultivando una forma de habitar más humana, más natural y más conectada con el entorno. Su estudio, La BioConstructiva, fusiona bioconstrucción y diseño contemporáneo. En esta entrevista hablamos de barro, de viajes, de casas eco y de canciones.
Junto a Lluís Amat, de Monapart, Martí forma parte de Biosingulars, una alianza nacida del encuentro entre personas que comparten una misma manera de entender la vivienda: hogares sostenibles y en sintonía con el paisaje. Les une la pasión por lo que hacen, el respeto por el entorno y las ganas de construir algo que de verdad mejore la vida de quienes lo habitan. Esa es la esencia de Biosingulars.
“Solo me dedico a dos cosas en esta vida: casas y canciones”.
¿Cómo empezó todo? ¿Dónde nació tu vocación?
Estudiaba arquitectura, pero necesitaba salir del aula. Así que un año paré y me fui de viaje con la mochila. Primero por Europa, luego por Asia, hasta que aterricé en Nicaragua. Allí, gracias a una ONG, construí mi primer proyecto: la ampliación de un albergue para cooperantes catalanes. Pura intuición. Pura materia.
¿Y ahí empezaste a construir… literal y simbólicamente?
Sí. Fue el primer contacto real con la obra. Colocando ladrillos con las manos, entendiendo los materiales desde el cuerpo. De esa experiencia nació Re-Cooperar, un colectivo que fundé con amigos para desarrollar proyectos entre Nicaragua y Barcelona.

¿Cuándo aparece la bioconstrucción?
En mi segundo proyecto en Nicaragua descubrí el bambú como material estructural. Me fascinó. A partir de ahí seguí su rastro hasta Colombia y luego a Brasil, donde fundé Re-Arq, centrado en técnicas de bioconstrucción. Ahí sí, ya estaba metido hasta el cuello en tierra, madera y cal.



¿Y así nace La BioConstructiva?
Exacto. Después de años en Brasil, al volver al Empordà, fundé La BioConstructiva con una idea muy clara: aplicar los principios de la bioconstrucción sin renunciar al diseño contemporáneo. Hacer casas bonitas, eficientes y sobre todo, humanas.
¿Nos cuentas algún proyecto especial?
Uno que resume bastante bien todo lo que intento es la Casa A&M en Girona. Tiene 320 m² y combina muros de tapia, balas de paja, cal, madera, hormigón, carpinterías de castaño, placas fotovoltaicas y aerotermia. Todo pensado desde una lógica bioclimática. Cada decisión tiene un porqué.




¿Qué materiales o técnicas te gusta explorar últimamente?
He trabajado con BTC, celulosa, corcho, cubiertas verdes, aislamiento de cáñamo y cal… En una de las últimas casas usamos paneles prefabricados con cáñamo y cal en una tiny house de 50 m² (+ altillo). Me interesa todo lo que es modular, natural y eficiente.
¿Qué te inspira?
El barro, Wright, Kahn, Anna Heringer, Keré, los saberes populares. Pero también la música. Tengo un proyecto que se llama Ser · Tão, donde mezclo electrónica con sonidos populares brasileños. Es otra forma de construir.
Color, libro, peli y disco favoritos. ¡Por este orden! ;D
- El color, sin duda, el verde oliva. Lo uso mucho en carpinterías y cocinas. Tiene algo de cálido y natural que combina muy bien con paredes blancas de cal o con la estética marmórea de los muros de tapia.
- De película… cuesta elegir una, pero diría “Fitzcarraldo” de Herzog con Klaus Kinski. Aunque todo Kubrick, el primer Kurosawa o el Tarkovsky de Sacrificio también me marcan. Últimamente veo muchas series, y la última que me ha tocado es So long Marianne, sobre la vida de Leonard Cohen en la isla griega de Hidra.
- Y discos… los que escuchas de principio a fin sin saltarte una canción: Ziggy Stardust de David Bowie, Grace de Jeff Buckley, After Hours de Nina Simone, Construcção de Chico Buarque, 1972 de Cartola, The New Abnormal de The Strokes… Y luego está Mozart, claro. Su Réquiem no tiene rival.
¿Cómo es tu casa? ¿Te representa?
Ahora vivo en Rupià, en la casa familiar. Hay piano, libros, chimenea, y un pequeño estudio de grabación. Vivo con mi madre y con Gea, su perra, que es parte del paisaje. A veces imagino tener una ternera para hacerme el café con su leche. De momento, con soñar basta.

¿Un planazo en casa?
Cocinar un arroz caldoso, poner un buen disco —Ziggy Stardust, Grace, cualquier Tiny Desk—, y recibir amigos. En mi casa siempre hay música, gente, comida… y esa energía que solo está donde uno vive de verdad.
¿Te queda alguna casa por construir?
La mía. Sueño con una casa en el Empordà que reúna todo lo aprendido. Que sea un manifiesto habitable. Aún no existe, pero la estoy pensando desde hace años. Será pequeña, con materiales naturales, bonita y muy viva.