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Escoger el mejor árbol de Navidad ecológico

No hay Navidad sin árbol como no hay cumpleaños sin pastel o boda sin anillos. Lo de adornar un árbol en Navidad es una antigua tradición que se presume nació en Escandinavia, pero que ha llegado a ser global y que supone un gran impacto sobre el medio ambiente.

Seguro que te has preguntado alguna vez qué tipo de árbol es más sostenible. Intentamos poner algo de luz en este tema.

¿Natural o artificial? Para nosotros no hay debate: natural, si es posible. 
Primero, por lo que representa. No es lo mismo simbolizar la Navidad con un ser vivo que adorar una percha de plástico de color verde. Además, los estudios demuestran que haría falta utilizar un árbol artificial durante 15 años para que su huella ecológica fuera menor que la de un árbol natural. Los árboles artificiales acostumbran a ser de PVC y han hecho un largo recorrido desde Asia para llegar hasta tu casa.

Vale, entonces natural. ¿Pero de qué tipo?
En España existen ciertas zonas dedicadas al cultivo de árboles de Navidad. Es el sustento de numerosas familias y, por lo tanto, se cuidan muy mucho de reponer aquellos árboles que están listos para la venta por otros que seguirán siendo reserva de biodiversidad y captando CO2. Se calcula que en 10 años, en una parcela de 1 hectárea dedicada al cultivo de abeto se producirán 105 toneladas de oxígeno.

Evidentemente, los árboles de procedencia conocida y local son mucho mejores que los árboles de los que desconocemos su lugar de origen, sobretodo, por ese impacto social y ambiental que repercute sobre nuestro entorno más cercano.

Naturales y locales. ¿Y qué más? 
Lo ideal sería encontrar proveedores que cultivaran su explotación silvícola de manera ecológica. Esto lo pueden garantizar certificaciones como PEFC o FSC. Estas entidades te pueden ayudar a encontrar este tipo de árboles con certificado de garantía, a pesar de seguir siendo todavía una minoría.

En el mercado encontrarás árboles con raíces y sin ellas. ¿Cuál escoger?

Pues bien, los que tienen raíces podrían llegar a ser trasplantados, pero ¿alguien lo hace? Hay que pensar que los árboles de Navidad con raíz disponibles en el mercado proceden de cultivo y, por lo tanto, están acostumbrados a la “buena vida”. Cuando los sacamos de su zona de confort y los ubicamos en un lugar cerrado, en el centro de la ciudad, con poco espacio para sus raíces y etcétera, el árbol sufrirá y -siendo honestos- tendrá pocas probabilidades de supervivencia. Si vives en el campo quizás puedas plantarlo fuera y, con cariño, pueda  llegar a sobrevivir. Una opción sería escoger individuos más pequeños, que hayan crecido en condiciones de estrés fisiológico (son árboles preparados para la reforestación) u especies más propias de la jardinería (como las ciperáceas) y, por lo tanto, más aclimatados a las duras condiciones urbanas. Nosotros optamos por estas dos alternativas en todos nuestros productos.

Por otra parte, están los árboles sin raíces.
La compañía británica Carbon Trust calcula que un árbol de dos metros sin raíces deja una huella de carbono en 3,5kg CO2e si acaba en el vertedero o incinerado. Por eso es muy muy muy importante reciclarlo una vez pasadas las fiestas. Existen ayuntamientos que disponen de puntos de recogida de estos árboles. Los triturarán y generarán compost o mulch. Pedid a vuestros ayuntamientos que hagan lo propio. De esa manera, ese residuo orgánico de gran volumen volverá a ser material para hacer crecer nueva vida.

¿Y una Navidad sin árbol?
La verdad es que para honrar a Frey (el dios del Sol escandinavo), Santa Claus o a quien sea, no es necesario pasar por el aro de la compra de un árbol maduro. ¡Que no te líen! Se puede adornar cualquier planta molona que ya tengáis por casa. O también, por qué no, se puede hacer crecer un árbol desde que es un plantón o una semilla. Y recuerda que el verdadero espíritu de la Navidad lo encontrarás en el proceso, nunca en el fin.

(Este es un artículo original de nuestros colaboradores Bridepalla).