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Cornish Kitchenware

Esta vajilla de barro cocido blanquiazul hizo su primera aparición en el catálogo de T.G. Green & Co., fabricante inglés de loza ubicado en Derbyshire, en el año 1927. Era una época difícil, y el Sr. Green, preocupado por el futuro de su fábrica, decidió crear esta vajilla para que sus torneros se pusieran manos a la obra, valga la redundancia, y que la crisis les pillara trabajando.

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Esta vajilla nació con dos claras intenciones: Por un lado, distinguirse de todo lo producido hasta el momento, pues se fabrica siguiendo un proceso de capas que permitía que al levantar franjas de la primera capa azul, apareciera debajo, nítida y clara, la cerámica blanca. Por el otro, convertirse en producto estándar en las cocinas de la clase media inglesa, lo que ocurrió durante ocho décadas.

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En sus inicios, la colección sólo consistía de jarras y recipientes, pero al poco tiempo se amplió a platos, teteras, tazas… El uso del término «Cornish» responde a una descarada estrategia de marketing para evocar la vida en el campo, y las franjas azules y blancas son culpa de un tornero al que le recordaban el cielo azul y la espuma blanca de las olas de Cornualles.

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Desde la primera hornada, la vajilla Cornish se convirtió en un clásico inglés, como lo son las botas Wellington o el Mini, y hoy día ávidos cazadores en Ebay pujan por los primeros originales, a precios desorbitados desde que la fábrica cerró en 2007.

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A Judith Onions, graduada en el Royal College of Art, debemos las preciosas variaciones del clásico como la serie Domino o la nueva paleta de colores (negro, rosa, amarillo, gris…), lo que garantizó y prolongó su éxito comercial hasta nuestros días.

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Pues sí, para placer y alegría de muchos, la Cornishware se fabrica y se comercializa de nuevo. Mención especial merece el packaging, pues cada pieza de la serie viene empaquetada en una caja tan bonita que da pena abrirla, sobre todo cuando sabes que lo que encierra tiene el valor de las cosas hechas a mano, fabricadas una a una siguiendo el mismo proceso que en la época Victoriana, aunque hoy día podamos personalizar nuestras piezas o estén adaptadas para su uso en el lavaplatos, el microondas o el horno de aire... Una cosa no quita la otra, ¿verdad?

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