Tras acabar la sesión de fotos de esta vivienda llegó el momento de que la propietaria se despidiera de su piso. Y claro, no fue fácil. Te entendemos perfectamente: cuesta despedirse de un ático así. No son celos de saber que otras personas disfrutarán de estas vistas, ni de que otra familia descanse en estos dormitorios y cocine en esta cocina tan bien reformada. Es otra cosa.

Compartir un hogar tan especial es un placer, sin duda, pero también da pena pensar que no volverás a sentarte en una tumbona de esta terraza durante los años que esté habitado por sus nuevos inquilinos. Así que lo mejor que se puede hacer es confiar en que los próximos habitantes disfruten al máximo de estos espacios amplios y reformados, de esta terraza y de estas vistas. No te preocupes: conociendo a los monaparters, seguro que estará en buenas manos.