A menudo el fatalismo se apodera de nosotros. Demasiado curro y demasiado poco tiempo, la familia en segundo plano, las amistades ni te cuento, la prensa avisando de los desastres que vienen, los trolls en las redes sociales saltando a la mínima… Todo mal. Pues no, lo que pasa es que nuestra visión tiende a darle demasiada importancia a lo negativo, y lo positivo se da por hecho. Pues no. Cuando hablamos de vivienda, hay muchas opciones de acabar en un sitio que no te termina de convencer y por eso hay que celebrar por todo lo alto cuando se encuentra el hogar definitivo, aquel en el que todo está bien.