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Anna Galí. La luz, la vida

Cuando queríamos hacer las fotos que ilustraran una campaña de buzoneo para Monapart Girona, buscábamos a alguien con una aproximación a la fotografía más personal, viva, humana, pero al mismo tiempo, muy técnica. ¿Cómo aplicar esto a la fotografía de arquitectura y que todo encaje? Hablamos con Anna Galí, quien lo hizo posible.

Monapart: Hazte una foto (textual) a ti misma y preséntate brevemente.
Anna: Soy Anna, nací en el 68 del siglo pasado, vivo al límite de la Costa Brava (Lloret) y soy fotógrafa 24 horas al día. Lo que no quiere decir que me dedique profesionalmente las 24 horas sino que la fotografía está conmigo todo el rato, lleve la cámara –que es casi siempre– o no.

Soy un poco rebelde, y si he venido al mundo a aprender alguna cosa, son la paciencia y la constancia. Creo que voy progresando adecuadamente. ;)
Me interesa cualquier forma de creatividad: la música, el cine, la literatura, el arte... y me gustaría tener más tiempo para poder consumirlos más.

Tengo un gato que creo que es un perro disfrazado de gato. 

Tengo dos trabajos bien distintos: la fotografía y la enseñanza. Soy profe "de repaso" extraescolar. Afortunadamente son compaginables, porque los dos me aportan cosas a las que no querría renunciar.

Me cuesta la gente hipócrita, me cuesta la diplomacia y creo que la mitad de los problemas no existirían si habláramos más, y más desde el corazón. 

Practico taichi y qigong, y procuro aplicar su filosofía a la vida en general. ¡Y a la fotografía!

Me gusta conducir. 

Necesito mi espacio, y ratos de silencio y soledad. Necesito a los amigos y a la familia. 

Adoro la cocina griega.

Creo que mueres el día en el que dejas de tener ganas de aprender cosas nuevas.

Y me temo que me enrollo mucho cuando me pongo a escribir, la concisión no es una de mis virtudes. ;)

¿Cuánto hace que te dedicas al mundo de la fotografía?
La fotografía ha estado siempre presente en mi vida, primero de manera personal desde que me compré mi primera cámara a los 16 años (después de un durísimo verano trabajando en una heladería para turistas) y después de manera profesional. Empecé formándome de manera autodidacta, pero a partir de cierto punto he ido haciendo cursos y talleres de temas concretos que me han interesado para ir mejorando tanto técnica como creativamente. 

En 2010-2011 entré profesionalmente en el mundo de la fotografía social (retrato, familias, bodas, etc.) pero muy pronto descubrí lo mucho que me apasionaba la fotografía de interiores y de arquitectura, seguramente debido a mi formación académica en matemáticas (poner orden en el espacio no deja de ser geometría, según se mire) y por el carácter más tranquilo y reflexivo que tiene y que seguramente liga con mi personalidad. Hice un curso de especialización en este tema en el Institut d'Estudis Fotogràfics de Catalunya y desde finales del 2014 he estado colaborando con empresas de alquiler de vacaciones como Airbnb y con estudios de arquitectura e interiorismo. Intento combinar todo esto con proyectos creativos más personales.

"Para mí la arquitectura tiene sentido cuando las personas la usan, la hacen suya."

¿Cómo fue la experiencia y el encargo de tomar las fotos de edificios para Monapart Girona?
Girona es una de mis ciudades preferidas del mundo (si no "la más"), así que pasar un par de días paseando para buscar fachadas emblemáticas fue un placer. Pasear sin destino, mirando el mundo, y que la foto "me llame" es una de las cosas que más me gustan, y aunque en este caso había un encargo detrás y buscaba un determinado tipo de foto, en el fondo fue así.

Por otra parte es desesperante para un fotógrafo ver cómo en la mayor parte del mundo inmobiliario se cuida tan poco la parte visual del negocio, y conocer a la gente de Monapart, que cuidáis mucho este aspecto, fue una grata sorpresa.

¿Cuál es tu rasgo diferenciador, tu rareza, con la cámara?​

Alguien me dijo hace tiempo que viendo mis fotos uno tenía la sensación de que estaba a punto de pasar algo. Me gusta la idea. Desde mi punto de vista, si me autoanalizo, diría que en general me gusta romper normas. No siempre es posible dentro del mundo profesional de la arquitectura, pero cuando me dejan, lo hago. Creo que también me caracteriza la atención al detalle, a los materiales. Me gusta jugar con la luz, los contraluces, los claroscuros. Y encontrar la belleza en las cosas simples, sencillas, cotidianas, que muchas veces pasan desapercibidas.

¿Cómo encuentras el alma de un edificio?
Pues nunca he pensado conscientemente si sigo unos pasos para hacerlo... ¡Ahora me hacéis pensar! :)

Para mí la arquitectura tiene sentido cuando las personas hacen uso de ella, cuando la hacen suya, así que supongo que intento buscar la manera de explicar cómo se sienten las personas que utilizan ese espacio, el uso que hacen, las cosas que pasan... al final, como siempre en fotografía, se trata de contar una historia a través de las imágenes. A nivel visual diría que me fijo mucho en la luz y en cómo juega la luz con las líneas y los volúmenes. Y siempre, cuando es posible, las ideas de quien ha diseñado el espacio son importantísimas y ayudan a hacerse una idea del concepto que hay detrás del edificio o el espacio.

Pero después de una fase de análisis del espacio y de planificación de los puntos de vista que pueden ser interesantes y de las cuestiones técnicas, que deben estar, creo que al final se trata de interiorizar toda esta información y a partir de cierto punto dejar que entre en juego la intuición, dejar que pasen cosas, de respirar el espacio y dejarse llevar por las sensaciones que te inspira.

¿Cuál es el estilo arquitectónico que más te inspira?
Uf, ¡no me gusta elegir! Por su belleza extraña, el brutalismo; por la integración con el entorno y las personas, la arquitectura orgánica de Frank Lloyd Wright; por ella misma, pero sobre todo por las fotos maravillosas que hizo Julius Shulman, la arquitectura californiana de los años 50-60; por su simplicidad, el minimalismo de Mies van der Rohe...

Pero quizá lo que más me motiva, dejando de lado el estilo arquitectónico propiamente dicho, son aquellos proyectos donde se combina el respeto por lo que es viejo con la modernidad y que, sea el entorno que sea, intentan integrar la naturaleza y las personas con la arquitectura (o viceversa).

"Hemos perdido lo de abrir el álbum de fotos y explicarnos nuestra memoria, nuestra historia (...) las fotos deben ser un objeto que tengamos a mano, se tienen que poder tocar."

¿Cuál es tu proyecto más especial?
Sin lugar a dudas, a día de hoy, "Los Fantasmas de Comala". No es un proyecto propiamente arquitectónico, o en cierto modo sí.

"Los Fantasmas" nacieron como parte gráfica del disco de Álex Torío "Ghosts of Comala", que es una adaptación / interpretación musical del libro "Pedro Páramo" de Juan Rulfo. Para resumir y sin haceros spoilers, el libro narra el viaje del protagonista a Comala (México) para reclamar sus derechos a su padre, el terrateniente del pueblo, que los echó a él y su madre. Cuando llega al pueblo se encuentra con un pueblo aparentemente abandonado, pero se va encontrando presencias... y no sigo, ¡la tenéis que leer!

Hicimos las fotos en el Poble Vell de Corbera d'Ebre, en la Terra Alta, que fue destruido durante la Guerra Civil y que se ha mantenido así hasta ahora. Era justo lo que buscábamos. Y aunque en ese momento aún no me dedicaba profesionalmente a la foto de arquitectura, en cierto modo es foto de arquitectura, sólo que las casas se caen a pedazos y que en este caso la arquitectura queda allí como testimonio del pasado y dando voz al horror que pasó (real en Corbera d'Ebre, ficción literaria en Comala).

Poco a poco "los fantasmas" fueron creciendo y terminaron siendo un proyecto que se expuso en Les Bernardes de Salt y el Pati Llimona de Barcelona entre otros lugares. En la exposición se unía cada foto con fragmentos del texto original de Rulfo y de las letras del disco de Álex, y con un código QR se podía escuchar la canción correspondiente del disco. Fue muy interesante trabajar y reunir las tres disciplinas artísticas (música, literatura, fotografía) en un mismo proyecto.

Ahora "los fantasmas" reposan, pero algún día culminarán su recorrido en un fotolibro que está a medias, porque como buenos fantasmas, ha ido y viniendo. ;)

Podéis ver el proyecto en mi web y en Behance.

Compártenos tus 3 fotos favoritas y cuéntanos por qué son especiales​.
Como editora (en el sentido de elegir) de mis propias fotos soy pésima, pero en foto de arquitectura quizás me quedaría con estas.

La primera corresponde a mi primer trabajo "oficial" en arquitectura.

Es la reforma de una vivienda unifamiliar en Blanes a cargo del equipo de Estudi Nus. Ahora veo toda la serie de fotos y me llevo las manos a la cabeza del montón de cosas que habría que mejorar si las volviera a hacer, pero por ser la primera es una de mis preferidas.

Las otras dos son en el museo Can Framis, reformado por Jordi Badia y su equipo Baas Arquitectura, y forman parte de mi proyecto final en el curso de especialización en Fotografía de Arquitectura. Los museos son espacios que me gustan mucho por la interacción que existe entre arte, arquitectura, personas y en los casos afortunados, luz. Y me enamoré de Can Framis, si es que uno se puede enamorar de un edificio, porque es un lugar donde la luz y la naturaleza que lo rodean son tan protagonistas como el arte que se expone, y donde la integración entre lo viejo y lo nuevo se ha hecho con un gusto y respeto exquisitos.

¿Tienes pendiente hacer algún viaje expresamente para fotografiar cierto edificio?
No soy muy de "perseguir" fotos, pero un viaje por Estados Unidos tras los pasos de fotógrafos como Stephen Shore y tantos otros, con final en California para poder visitar y fotografiar edificios de Frank Lloyd Wright, Richard Neutra o Charles Eames estaría en la lista de cosas pendientes.

¿Cómo valoras el papel de las redes sociales y su fugacidad en el mundo de la fotografía?
Las redes sociales (e internet en general) han generado una hiperproducción de imágenes en los últimos años. Todo el mundo tiene un móvil, todo el mundo hace fotos. Las implicaciones para los fotógrafos profesionales no creo que sean tan horribles como algunos pensaban en principio porque una cosa es quien hace fotos, y otra muy diferente es un fotógrafo, que lo que hace es contar una historia a través de sus imágenes, fotografíe lo que fotografíe.

Por otra parte, las redes sociales bien utilizadas pueden ser una buena herramienta de promoción que complemente la del "boca oreja", que creo que sigue funcionando. Es evidente que son una ventana más para enseñar nuestro trabajo al mundo, pero tampoco es bueno obsesionarse, creo que hay que seguir dedicando más tiempo a aprender, a crecer como fotógrafos, a encontrar nuestra propia mirada (y esto a veces se hace mucho más difícil debido al bombardeo de imágenes que recibimos a diario porque es fácil caer en la trampa de la imitación de aquellos fotógrafos que nos gustan). Dicho esto, ¡me declaro culpable de usarlas todas!

En cuanto a la fugacidad me preocupa sobre todo en la vertiente más personal, porque hoy en día hacemos muchas fotos pero las miramos poco. Hemos perdido lo de abrir el álbum de fotos y explicarnos nuestra memoria, nuestra historia: hacemos la foto, la compartimos en las redes, la dejamos en el móvil o en el ordenador y pocas veces la volvemos a mirar. Y en cualquier caso mirar fotos en pantalla no es lo mismo, las fotos deben ser un objeto que tengamos a mano, se tienen que poder tocar.

Un deseo para 2018.
Luz, mucha luz. :)

Poder llevar a buen puerto un proyecto fotográfico personal que acabo de empezar y que me asusta y me ilusiona a partes iguales.

Y ya puestos a pedir en el aspecto más material, me gustaría poder volver a los orígenes, a la fotografía analógica, a la que ya he vuelto para las fotos personales, también en el mundo profesional. ¡Poder fotografiar arquitectura con cámara de placas sería algo que me gustaría MUCHO!