Exactamente a 110 m (un minuto a pie y con la calma) de esta vivienda en alquiler, tienes un tesoro. Uno de esos tesoros que la Condal guarda celosa tras anchos muros de piedra en sus interiores de manzana.

Los jardines de Emma antes albergaban una residencia de ancianos propiedad de las Hermanitas de los Pobres, y hoy, la primera abadesa de San Juan, está de alabastro presente decorada con una corona de estrellas. Todo el jardín gira a su alrededor, luciendo erguida y serena al amparo de las altísimas palmeras y del silencio, roto cuando los niños salen del cole y asaltan la zona de juegos. Me pregunto qué poder extraño tendrán los jardines que detienen el tiempo... Emma parece saberlo. Pero igual que la Condal, guarda celosa el secreto en su silencio de piedra.